viernes, 29 de noviembre de 2019

ALTERNATIVAS PARA NO EDUCAR A LOS NIÑOS CON AMENAZAS


Educar con amenazas es un error: Razones, consecuencias y solución


Educar es una tarea muy cansada y, en ocasiones complicada, pero cuando los padres llevan a cabo esta tarea encuentran una gran recompensa. Los progenitores no siempre educan a sus hijos como les gustaría. A veces por la falta de tiempo, otras por el cansancio acumulado debido al trabajo, por la situación en la que se encuentran o por el carácter del propio hijo. Lo que hay que tener claro es que educar a los hijos con amenazas no es un recurso educativo adecuado para ninguna de las partes.

Por qué utilizamos las amenazas con los niños

Las amenazas son la manifestación de la violencia, no física, pero sí psicológica. Estas suelen ir acompañadas de gritos que pueden parecer inofensivos pero pueden afectar a los niños en su comportamiento y a nivel psicológico.

Muchas veces los padres recurren a las amenazas porque encuentran supuestas ventajas como: ser un recurso rápido y sencillo de utilizar, no requiere un desgaste intelectual para su uso, se puede conseguir el objetivo a corto plazo, o puede infundir carácter de autoridad al que lo utiliza. Otras veces, los padres utilizan las amenazas para controlar el comportamiento de los niños debido a que les faltan recursos como:

- Saber marcar límites y unas consecuencias congruentes y adecuadas.
- Los padres están “desconectados” del niño y lastiman su auto-concepto.

Esa falta de recursos hace que muchos padres educan a los niños con amenazas cuando sienten que pierden el control. De esta manera intentan regular el comportamiento del niño basándose en el miedo.

5 consecuencias de educar a los niños con amenazas

1. El empleo continuo de amenazas puede conllevar al deterioro de la autoestima del niño. No se sentirá valorado por sus padres e, incluso, puede revelarse y desafiar la autoridad de sus padres constantemente.
2. La continua amenaza puede causar estrés en el niño y no será beneficioso para su desarrollo.
3. Con las amenazas no se enseña al niño a asumir las responsabilidad de sus actos, se le enseña a actuar para evitar un castigo.
4. Las amenazas que se utilizan suelen ser tan fuertes que los padres no las cumplen, por lo que la palabra de los padres pierde autoridad y credibilidad.
5. El niño aprenderá del ejemplo continuo de las amenazas de sus padres y se acostumbrará a este tipo de conducta. Luego empleará las amenazas como forma de relacionarse con sus amigos, conocidos e incluso contra sus padres.

Qué podemos hacer para no utilizar amenazas en la educación

Las amenazas a las que recurren los adultos como recurso educativo vienen, como ya sabemos, acompañadas de consecuencias negativas. Por tanto, los adultos deben de encontrar las verdaderas alternativas que ayuden a los niños a aprender y a crecer de forma sana. Como por ejemplo:

- Generar respeto
Es probable que el niño obedezca frente a la amenaza. Sin embargo, cuando el niño crece y desaparece el miedo, se pierde el respeto. Por ello, es necesario que el niño sepa que los padres son la autoridad pero desde el respeto mutuo.

- Utilizar explicaciones válidas
La utilización del argumento: 'porque lo digo yo...' no funciona. Se debe dar una explicación clara y precisa para que el niño comprenda y pueda reparar lo que está haciendo mal.

- Ponerse en el lugar del niño
Los niños no son adultos. Hay que intentar ver las cosas desde su punto de vista.

- Hablar en positivo
Cambiar el contexto de las palabras. . Los niños crean imágenes de nuestras palabras. Así, será mejor que le digas: 've más despacio' a decirle: 'No corras'.

- Ser modelo de valores

- Que el niño pueda elegir
El pequeño debe sentir que tiene voz. Dar alternativas para elegir le hace sentir que puede decidir.

LAS 5 EMOCIONES BÁSICAS DE LOS NIÑOS

Las emociones básicas de los niños: alegría, tristeza, miedo, ira ...


Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Asco. Son los nombres de las 5 grandes emociones que manejan nuestras vidas. Alegría, por supuesto, es la emoción que debe gobernar sobre el resto. Pero alegría a veces no puede llegar sin dejar que antes Tristeza haga su trabajo. Pero... ¿por qué son necesarias todas estas emociones?

1. Miedo: Puede que en un momento determinado el Miedo necesite hacer acto de presencia. Si nuestro hijo no tuviera miedo de nada, pondría en riesgo su vida constantemente. El niño tiene miedo a caerse, miedo a tropezar... pero también tiene miedo a no ser capaz de lograr lo que se propone.

El miedo hace que el niño se marque retos y que luche por superarlos. Que aprenda. Y, por qué no, que se sienta invencible. Pero es un arma de doble filo: el miedo también le puede bloquear e incluso, conducir al pánico. Es el máximo nivel de alerta de nuestro cuerpo: si enseñamos a nuestro hijo a utilizar el miedo para crecer, será un arma poderosa para él.

2. Asco: El asco ayuda a elegir, a aprender a decir No. Ayuda al niño a formar una personalidad: 'quiero esto porque esto otro no me gusta'. Si no existiera el asco (no entendido sólo como asco a un alimento, sino con rechazo a determinadas cosas o aspectos de la vida), nuestro hijo sería tan sumamente conformista que no podría tener una personalidad fuerte ni tomar decisiones importantes en la vida.

3. Ira: Cierto, la ira es la 'menos lista' de las emociones. Cuando se deja llevar, no existe el razonamiento. Explota. Pero es necesaria, sí. A veces la ira desemboca luego en tristeza... y la tristeza da paso a la alegría. De la ira también se aprende. Es normal que aparezca Ira en nuestro hijo cuando alguien le pega, o cuando se aprovechan de él. Es en cierta forma, un arma de defensa, una forma de entender 'esto no me gusta' ¡esto me enoja'... 'no quiero sentirme así'. Y en ese momento Ira pone en marcha un mecanismo para pensar cómo defenderse ante todo eso que le provoca enfado. 

4. Tristeza: Sin la tristeza no podría existir la alegría. Son complementarias. ¿Cómo íbamos a saber lo maravillosa que es la risa si nunca lloramos? La tristeza a menudo nos hace reflexionar y ahondar más en nuestros sentimientos. ¿Por qué nos sentimos tristes? ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Pero cuidado: la tristeza también puede llevar al niño a perder ilusión y llevarle a la depresión. Siempre, tras un momento de tristeza, debemos intentar que vuelva a aparecer la alegría.

5. Alegría: La alegría es el motor que mueve la vida de nuestro hijo. Todos queremos que nuestro hijo sea alegre, que sea feliz. Pero debemos entender que es imposible que siempre sea así.

La Felicidad está formada por grandes momentos de alegría y pequeños instantes de ira, miedo, tristeza y asco. Porque alegría también necesita del resto para continuar su camino. 

Las emociones, esas grandes desconocidas para nuestros hijos. Podemos ayudarles a comprenderlas. Siéntate con tu hijo, habla con él. Intenta explicarle qué siente. ¿Está enfadado? Sintió ira. ¿Por qué? Haz que se plantee todas estas preguntas y sobre todo, haz que entienda que ninguna de estas emociones es mala. Todas, absolutamente todas, son necesarias.

Cuentos para trabajar las emociones de los niños

Los cuentos infantiles son un buen recurso para trabajar las emociones de los niños. Los cuentos despiertan diferentes emociones en los niños. Hemos seleccionado algunos cuentos que hablan de la tristeza, de la alegría, y otras emociones como el asco, la ira, la frustración y los miedos.

El niño y los clavos. Un cuento sobre el enfado
Ayuda a tu hijo a entender las reacciones que tiene, lo que siente, cuando está enfadado y qué consecuencias tiene, con este cuento. Un cuento para entender las frustraciones. Pincha en la imagen arriba para leer el cuento entero.

Juan sin miedo. Un cuento sobre los miedos
Este cuento de Juan sin miedo, es un ejemplo de que se puede enfrentar y superar a los miedos. Un cuento ideal para animar y ayudar a los niños a enfrentarse a sus miedos, con coraje y valentía. Pincha en la imagen arriba para leer todo el cuento.

La ciudad sin colores. Cuento sobre la alegría y la tristeza
Un cuento que enseña el valor de una sonrisa. Este cuento para niños habla sobre la búsqueda de la felicidad, enseña a los niños que sonreír y poner buena cara hace que nuestro día sea un poquito más feliz, mientras que la tristeza sólo genera más tristeza. Pincha en la imagen para leer todo el cuento.


miércoles, 24 de abril de 2019

EL EFECTO DEL AFECTO EN LA EDUCACIÓN EN LOS NIÑOS

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Cuando en el argot de las familias hablamos de crianza, nos estamos refiriendo al acto de cuidar, alimentar y educar a nuestros hijos e hijas. Estas tres acciones implican una gran responsabilidad de cara a nuestros pequeños y se hace necesario tener conciencia de ello y saber cómo quiero cuidar a mi pequeño, cómo quiero alimentarlo y cómo quiero educarlo. Yo apuesto por educar desde el amor a los niños, porque la educación desde el afecto es mucho más efectiva.

La clave es educar desde el amor a los niños


Hoy en día existen diversos métodos que nos hablan de crianza, y además, dentro de cada familia se aplican variaciones. Es importante que como madres y padres reflexionemos sobre ello y tengamos bien claro qué queremos y cómo lo queremos. Pero para practicar algo, es necesario conocerlo antes y además creer en ello.

Con la paternidad y la maternidad ocurre algo muy curioso. Y es que se empieza a practicar a ser padre o madre una vez que ya se es padre o madre, es decir, es la única 'profesión' que empieza con la práctica más que con la teoría.

¿Pensáis que se educa mejor con un grito o con una palabra afectuosa? ¿Creéis que es mejor el castigo o una consecuencia razonable? Todo método educativo o de crianza debe partir del afecto. Y es que el afecto es uno de los componentes psicológicos más importante de nuestra vida, el afecto entendido como amor: el amor de una madre hacia su hijo, el amor de una pareja que te hace sentir más vivo que nunca o el amor a un amigo en momentos duros.

Consejos para lograr una educación afectiva efectiva


Por eso, a continuación encontrarás algunos consejos que te ayudarán a conseguir un método educativo basado en el afecto. Son seis claves que resultan imprescindible a la hora de educar desde el amor a los niños.

1. Escucha a tu hijo desde la amabilidad y sin juzgarle
Déjale hablar con calma mientras te cuenta y mírale a los ojos en ese momento. Dedica tu atención a él o ella.

2. Permite que tu cerebro emocional conecte con su cerebro emocional
Empatiza con él, escucha su emoción y dala por válida.

3. Deja fluir tu niño o niña interior en situaciones que lo requieren
Conviértete en niño o niña en algún momento, disfrázate con él o ella, haz teatro a su lado, bailad juntos…

4. Educa con firmeza
La firmeza no es contraria al amor, ni los límites están reñidos al amor. Recuerda que un niño o niña necesita normas y requiere que tú se las des.

5. No uses el chantaje
La vida no se trata de eso, no enseñemos el método del chantaje que luego nuestros hijos podrán usar con sus amigos, con los propios padres o con su futura pareja.

6. Reflexiona sobre los castigos
Deja los castigos, y si no puedes evitarlo, reflexiona sobre si realmente sirven para que tu hijo o hija aprenda lo que en ese momento es necesario. Hay otras alternativas al castigo, te invito a que indagues en la disciplina positiva.

Recuerda poner afecto, recuerda poner amor en todo lo que haces. La vida sin amor no es nada.


PORQUE LOS NIÑOS NO DEBEN EMPEZAR A LEER Y A ESCRIBIR ANTES DE LOS 6 AÑOS?


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Expertos, educadores y padres vemos la dificultad de algunos niños cuando se intenta que sí o síque comiencen a leer y a escribir antes de los 6 años. Y es que muchos pequeños todavía no están preparados, ni han alcanzado las habilidades necesarias para poder realizar ese aprendizaje.

Hay niños que sienten curiosidad por leer y escribir antes de los 6 años e incluso lo logran sin gran esfuerzo y con ganas de hacerlo, pero seamos sinceros, no es lo normal. Cada niño evoluciona a su ritmo y, algunos ya están preparados para ciertos aprendizajes, mientras que otros no. Estas diferencias evolutivas suelen pagarlas los que aprenden más despacio ya que la educación, en general, suele ser estándar y no individual.

Pero, ¿qué es lo correcto?, ¿a qué edad deberían aprender a leer y escribir los niños? Quizás lo más importante no es marcar una edad concreta, sino saber si el niño está preparado para el aprendizaje de la lectoescritura y fomentar el desarrollo y el estímulo de esas capacidades que le llevarán a poder adquirir esa habilidad.

Aun así, la realidad es que, en muchos países, los niños comienzan a leer y a escribir demasiado pronto, esto no solo lo digo yo viendo la experiencia de mis hijos y sus amigos, lo dicen expertos pedagogos y profesores que afirman que la introducción a la lectoescritura se está haciendo cuando el niño no ha alcanzado la madurez suficiente para adquirir ese aprendizaje. ¿Cuál es la urgencia?, ¿Por qué tanta prisa?, ¿No deberían jugar, desarrollar habilidades sociales o aprender a comunicarse antes que hacer fichas con 4 y 5 años?

Un estudio de la Universidad de Cambridge dirigido por Robin Alexander afirma que a los 4 y 5 años los niños no están preparados para comenzar a recibir una educación más formal estructurada en materias. El aprendizaje debe estar basado en mejorar sus habilidades a través del juego.

Aun así, políticas, sistemas educativos, planes de estudios de muchos colegios y algunos padres insisten en comenzar durante la educación infantil con la introducción de la lectoescritura mediante fichas. Afirman que los niños están en su momento álgido de aprendizaje y que, pueden aprender a leer y escribir antes de los 6 años si lo hacen como un juego.

Qué puede ocurrir al niño al leer y escribir antes de tiempo

Hay niños que todavía no han adquirido las habilidades motrices necesarias como para tomar bien el lapicero cuando se les está pidiendo que escriban su nombre, otros no son capaces de leer sílabas sin que ello suponga una gran angustia. No son niños que tengan problemas de aprendizaje, son niños que todavía no están preparados para leer y escribir.

Todo esto ocurre en la etapa infantil, cuando se supone que deberían estar explorando, jugando, fomentando la curiosidad, la creatividad, el descubrimiento...

Cuando se le fuerza a ello y el niño no está preparado para leer y escribir antes de los 6 años, lo único que se consigue son estas 6 cosas: 


1 - El niño puede sufrir un rechazo y un bloqueo por lo que se frenaría el aprendizaje natural y le haría mucho más difícil al niño en lugar de una aventura feliz.

2 - Podría tener más faltas de ortografía en un futuro debido a un mal aprendizaje.

3 - Sentimiento de frustración, sobre todo si ve que otros niños de la clase son capaces de escribir letras o leer sílabas y él no.

4 - Baja autoestima, un sentimiento de inferioridad frente al resto de compañeros.

5 - Pérdida de interés por la lectura y la escritura.

6 - Desmotivación, ya sea por miedo a no poder hacerlo o ansiedad ante el desafío.

viernes, 1 de febrero de 2019

PORQUÉ LAS TÍAS SON TAN IMPORTANTES PARA LOS NIÑOS?

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Que el niño crezca junto a su tía es un valor seguro. Ser tía, o mejor, ser una buena tía para los sobrinos es garantía segura de que el niño tendrá en ella un referente, una amiga, una segunda madre, un apoyo y una confidente. Y es que ellas disfrutan de los niños sin la presión de educarles.

Muchos tenemos esa tía favorita que está presente en nuestros recuerdos de infancia, ocupa un lugar especial en nuestra memoria y, sobre todo, en nuestro corazón.

7 razones por las que debes ser una buena tía con tus sobrinos

Mi tía favorita siempre ha estado presente en mi vida, ha estado a mi lado en todos los momentos importantes y no importantes y es mi referente a la hora de ser una buena tía. Y es que, las tías pueden aportar tantos valores y cosas buenas a los niños que intentar no serlo sería delito. ¿Por qué?

1. Es una segunda madre: no tiene las responsabilidades, agobios y estrés de los padres, y puede acercarse al niño con más paciencia para poder responder a sus necesidades, ya sea para jugar o para escuchar y hablar.

2. Es consejera: puede ser buena mediadora cuando hay algún problema entre el niño y los padres, puede intermediar de forma desinteresada e intentar favorecer a todos, porque lo que quiere es el bien de todos.

3. Es psicóloga: la buena tía vive de cerca el día a día de la familia, conoce bien a sus sobrinos y sabe si están tristes, si necesitan un hombro en el que llorar o un oído para escuchar.

4- Es compañera de juegos y diversión: los padres priorizamos muchas veces las obligaciones y deberes y dejamos en segundo plano la diversión, por eso la tía es esa compañeras de juegos que pueden llevar al niño de viaje, al museo, al cine o a una divertida tarde de bolos.

5- Es amiga: y además esa amistad es desinteresada, no va a fallar al niño, estará siempre que la necesite y durará para siempre.

6- Es detallista: la tía siempre tiene ese pequeño regalo o una sorpresa para agradar al niño, ya sea porque es su santo, ha sacado buenas notas, o simplemente para celebrar que hoy es hoy. 

7- Es canguro: los padres muchas veces recurren a los abuelos para cuidar a los niños si van a salir o no pueden estar en casa, y ellos les cuidan con amor, dedicación y cariño. Sin embargo, cuando el canguro es la tía... ella aporta ese punto divertido, loco e inolvidable a las tardes y noches con los sobrinos.

MI HIJO ME PEGA CUÁNDO SE ENFADA, QUÉ DEBO HACER?

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Se suele hablar mucho del maltrato de padres hacia los hijos, pero en menos ocasiones, ocurre a la inversa y son los hijos quienes agreden física o verbalmente a los padres. ¿Qué puede llevar a un niño a agredir e insultar a sus padres?

Por qué algunos niños pegan e insultan a sus padres?

Todos hemos visto en alguna ocasión a un niño que, en medio de una gran rabieta, intentaba empujar o golpear a sus padres, e incluso insultarles. Son situaciones delicadas, en las que muchos padres se quedan petrificados u otros reaccionan con violencia, pero, sobre todo, no entienden por qué sus hijos tienen esas reacciones agresivas.

Al margen de aquellos casos en que la razón es biológica y está asociada a algún trastorno, las estadísticas muestran que estos niños no tienen unos padres muy autoritarios, tampoco provienen de familias separadas o de aquellas con un nivel socioeconómico bajo. El principal problema es la falta de normas y límites en la educación. Son niños que reciben una educación demasiado permisiva en la que mantienen una jerarquía de igual a igual con sus padres. Son niños tiranos y mandones, con una baja tolerancia a la frustración, no aceptan un no por respuesta, son impulsivos y manifiestan poco apego hacia los demás. 

Qué hacer si el niño agrede e insulta a los padres?

Los estudios revelan que los niños que desarrollan conductas agresivas a temprana edad tienen la tendencia de continuar este comportamiento cuando son mayores, para frenarlo los padres podemos: 

- Establecer normas y límites: dejar el consabido 'pórtate bien' y explicarles qué esperamos de ellos y cómo se han de comportar. No hace falta inundarles a normas, pero sí establecer unas básicas que comprendan y que respeten.

- No razones cuando está en plena explosión: el momento de la rabieta no es el más adecuado para dialogar. En esos momentos intentaremos que no se hagan daño a ellos mismos, a otros niños o a nosotros y esperaremos a que haya pasado la pataleta para hacerles comprender por qué no está bien lo que hicieron.

- No reaccionar con violencia: si gritamos, pegamos o insultamos a nuestros hijos, ellos imitarán esas conductas violentas. Asumirán el maltrato como algo normal.

- Estimular el vínculo: hacerles saber cuánto les queremos, participar de sus aficiones, hablar con ellos, mostrarles afecto, en definitiva, fomentar también la inteligencia emocional en nuestros hijos y el apego es fundamental.

- Controlar su impulsividad: debemos ser un ejemplo en ese sentido, además hemos de establecer consecuencias para que ellos entiendan cuándo no actuaron bien o incluso podemos enseñarles a seguir instrucciones paso a paso, haciendo juegos o recetas de cocina, para que ellos aprendan a autocontrolarse.

- Educar en la empatía: enseñarles a ponerse en el lugar del otro es básico para que controlen esa agresividad y persistan en su actitud hiriente hacia los demás.


TIPS PARA INTERPRETAR LOS DIBUJOS DE LOS NIÑOS Y SABER CÓMO SE SIENTEN

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El dibujo, sobre todo en la infancia, tiene mucha importancia. Entre todos sus beneficios y funciones, a mí me interesa la conceptual, es decir, la representación gráfica de un concepto, emoción o realidad que de la mente del niño pasa al papel.

¿Alguna vez has tratado de interpretar los dibujos de los niños? ¿Te has quedado pensando en qué habrá querido decir tu hijo al dibujarse a sí mismo de una manera, o de la otra? Efectivamente, los dibujos de los pequeños dicen cosas de ellos mismos como, por ejemplo, te pueden dar pistas sobre cómo se sienten. Pero para ser capaz de entender esas señales, debes aprender a interpretarlos. 

Lo que los dibujos dicen de cómo se sienten los niños

En el caso de los dibujos de nuestros hijos, debemos poner el foco en dos aspectos primordialmente.

- En primer lugar, debemos fijarnos en la producción artística en particular
Debemos valorar, reforzar y disfrutar con sus producciones artísticas, con los colores empleados, con los tonos de los colores, con los espacios, con los detalles, con las representaciones espaciales, etc. Es muy importante que valoremos, con medida, los dibujos que realicen y que se sientan orgullosos y valorados. No hay nada mejor, emocionalmente hablando, que hacer algo y que los demás, en este caso tus padres, te muestren su agrado y complacencia. 

- Por otro lado, debemos tener en cuenta el mensaje se ha querido transmitir
Debemos querer entender qué mensaje hay en el dibujo de mi hijo. Sin el ánimo de juzgar, ni de sacar conclusiones innecesarias, ni jugar a profetas o a psicólogos, pero debemos leer el mensaje oculto que nuestro hijo nos manda. Esto no quiere decir que detrás de cada dibujo haya un mensaje oculto, pero si nos da pistas sobre su estado de animo, la visión global de su universo, cómo se ubica ante diferentes circunstancias, etc.

4 claves para interpretar los dibujos de los niños

Psicólogos, pedagogos y coaches llevan mucho tiempo empleando el dibujo como técnica para tener una imagen fiel y gráfica del momento por que que pasa cada persona. La gran mayoría de las veces los dibujos van asociados a emociones, y se reflejan en una lámina como la secuencia lógica de imágenes de nuestro estado emocional. Nunca son por casualidad, y siempre ofrecen alguna pista sobre la persona.

Desde mi punto de vista, es importante poner atención en estos cuatro aspectos.

1. ¿Dónde se encuentra el niño respecto al dibujo?
Dependiendo de dónde se coloque a él mismo en el dibujo, nos puede servir de indicador de dónde se encuentra él. Si se dibuja pequeño y en una esquina no será los mismo que si se dibuja en grande en el centro del papel. Esta representación dice mucho sobre cómo se ve a sí mismo y cómo se ve: ladeado o en el centro.

2. ¿Cuánto de grande se representa él o ella respecto a los demás objetos o personas que aparecen en el dibujo?
Hay dibujos de niños en los que ellos mismos son más grandes que las casas, que los coches o que el propio sol. Y, por el contrario, hay dibujos de niños donde casi necesitamos una lupa para poder encontrarlo. Estas cosas dicen mucho de cómo se sienten y cómo se ven en su mundo.

3. ¿Quién más aparece en el dibujo?
Fijarnos en los personajes que aparecen en el dibujo nos dará un indicador de quién o qué es importante para el niño.

4. ¿Cuánto de lámina en blanco queda por dibujar?
Cuando los niños dejan folio en blanco puede significar que son creativos y, así, dejan ese espacio para crear o soñar. Por el contrario, el hecho de que llenen toda la lámina con dibujos invita a pensar que se sienten enlatados y con poco espacio para su crecimiento.

Mi recomendación es que, si en algún momento quieres saber cómo se encuentra emocionalmente tu hijo, pruebes a ofrecerle un lápiz, unas pinturas, un papel... y libertad para dibujar.

CÓMO PUEDES REACCIONAR CUANDO TU HIJO TE DICE QUE ERES MALA

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A diferencia de un informe que preparamos para nuestro jefe o una ponencia que presentamos en una evento donde a los pocos días sabemos cómo nos fue, con los hijos van a pasar muchos años hasta que podamos decir: “definitivamente, lo hice bien”. Sin embargo, tenemos que tener claro que la aprobación debe darla la vida misma, no los hijos. Si ellos nos dicen siempre que somos los mejores del mundo, es que estamos haciendo las cosas mal, porque significa que accedemos a absolutamente todas sus demandas y de ese modo, no les estamos enseñando a hacerse responsables de sus propias vidas.

Los padres somos los adultos, quienes tenemos más experiencia y conocimiento del mundo y estamos preparados para educarlos. Cuando tu hijo haga una rabieta te pido que recuerdes estas palabras y digas para tus adentros: ¡Lo estoy educando, lo estoy educando! Dejar de hacer siempre lo que quiero para hacer lo que debo, es de las cosas más importantes que tienen que aprender sus hijos durante la infancia. Porque hacer lo que debo es contemplar al otro. Hacer lo que quiero es pensar únicamente en mí. 

Y el mundo no puede funcionar si cada uno piensa sólo en sí mismo. Eso está claro. Piensen qué sucedería si una maestra un día no se levanta para enseñar porque no quiere, o un médico prefiere ir a ver un partido de fútbol que atender un parto de urgencias. Por eso cuando digan NO y su hijo se queje, haga pataletas, llore, grite, piensen: lo estoy educando, esto es lo que tengo que hacer. 


Por si fuera poco, cada día parece más probado que los amores duraderos son el fruto de la capacidad única, singular, irrepetible en cualquier otra especie, que tienen los humanos de amarse y odiarse al mismo tiempo. Al contrario de otras especies, los humanos tenemos emociones mezcladas. Por lo tanto ser mala por un tiempo, no es grave ni para ustedes, ni para sus hijos. Al contrario, es bueno para la relación. Porque un hijo que incorpora que sus padres le ponen límites, sabe que los límites también son amor. ¡Suerte y a no sufrir! Cuando eres “mala”, estás educando.